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Autor: admin

Navidad

Navidad,
fiesta de esperanza y paz.
Un Niño Dios ha nacido
en un humilde portal.

Tiene los ojos azules
como los cielos y el mar,
los cabellos tan dorados
como espigas de trigal.

Su cuerpecito desnudo
de nubes henchido está
Y es tan radiante
que ilumina
las temblorosas pajitas
tornándolas
en rayos de plata y cristal.

Y en sus labios hay tal sonrisa,
reparte tal bienestar
que los ángeles del cielo
no cesan de así exclamar:
«Paz en la tierra y el cielo
a los hombres de buena voluntad».

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Confidencia

¿Has sufrido en tu vida
una amarga decepción?
Es cruel y sanguinaria.
Hace daño y aniquila la ilusión.

La fantasía, gloria celeste,
el polvo y la ceniza sepultó.
Fue un golpe brusco
que la dura realidad decapitó.

Aquí me tienes,
pequeña e indiferente,
resignada, triste
y sin rencor.

Aquí me tienes,
llorosa y vehemente,
sin que vacile un ápice
mi firme decisión.

¿Quién tuvo la culpa?
El silencio.
El silencio mezquino, burlador,
con su tela tupida de araña,
envolviendo indolente mi dolor.

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Para ti, mi amor

Quiero decirte, mi amor,
que el instante más feliz
fue el día en que intuí
que ya estabas en mi vida.

Fuiste un rayo de luz
que entraste por la mañana,
como esa estrella temprana
tan lejana y tan cercana,
como esa puesta de sol
que embellece y engalana.

El ser madre me engrandece,
también me llena de pena
cuando veo que tú sufres,
por las cosas cotidianas.

Por ti daría la vida,
por tu sosiego y reposo,
por tu éxito y alegría.
Nadie mejor que tú
para entender estas líneas.

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Ilusión

Hoy ya encontré ese algo que esperaba
en la lejanía incierta de mi pensamiento.
Lo coroné de amor, lo cubrí con nardos
y oculto quedó en la vaga ilusión perdido.

Esa vaga ilusión la perseguí
en la mariposa, en el jilguerillo.
Volví a casa con las manos vacías,
sin sonrisa, pues tras él se había ido.
Busqué en vano entre las ondas
ese algo que fue efímero.

Hoy ya no tengo lo que hallé
entre los tules rosa de mi pensamiento
que ayer coroné de amor
y sepulté entre espinos.

No tuve la culpa yo,
fue la ilusión que cortada
huyó al oír el ruido tenue de mi suspiro.

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Jacqueline

Como límpida violeta delicada,
tronchada por un viento huracanado,
tú caminas.

Una serenidad mayestática
ilumina tu rostro nacarino.

Tú no lloras.
No lo haces,
por ser tu dolor oculto,
y al ser oculto insondable.

Tu figura esbelta, enlutada,
tras los cipreses se pierde,
llevando de la mano
a dos pequeños sin padre.

Hoy compartimos tu pena,
hombres, niños y mujeres,
de las más distintas razas
y religiones.

¡Qué admirable es tu figura,
Jacqueline!
¡Qué admirable!
Como esposa y como madre.

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Enamorada

Ramillete de nardos
son mis quereres,
azucenas tan blancas
como la nieve.

Sueño despierta
con mis amores
y dormida lo veo
como entre flores.

Es tan sublime
su amor sincero
que el besarme la mano
le da pesares.

Jesusito del alma
no me abandones
a fin de que me envidien
los manantiales,
las azucenas blancas
como la nieve.

Que el ser que quiero
sea siempre bueno,
me defienda y proteja
de los infiernos.

A ti te lo pido,
Madre del alma,
a ti, que eres la reina
más blanca y casta
que habita en los palacios
de cumbres altas.

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Engaño

Todo lo creía puro,
tan claro como un crisol.

Como los límpidos rayos
que despide el astro sol.

Como el azul infinito
lleno de luz y color.

Al descubrir la verdad
mi alma se desgarró
cubriéndose de jirones
tiñéndose de dolor,
quedando triste y llorosa,
llena de miedo y temblor.

A ti dirijo mis ojos
anegados de aflicción.

No me abandonéis, Madre,
conducidme hasta el Señor
pues sabéis
que en lo único que creo
es en Dios.

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El sueño efímero de un poeta

El pedestal de aquel sueño
en mil trozos se quebró
y el idolillo marmóreo
de su cúspide cayó.

El laurel de su cabeza
en espinas se trocó
y de sus cuencas vacías
dos blancas gotas brotó.

¿Lloras por mí?
Preguntó sangrante
el mármol que descendió.
¡No lo hagas!
¿No ves que tus pupilas nubladas
por su brillo diamantino
hieren hasta el mismo Sol?

¿No ves que el rocío
resbalando por tu cara
tan angélica y rosada
se vela por el dolor?

No te aflijas,
que mi llanto por ser vano
es esquivo y casquivano
y no merece aflicción.

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El libro de la vida

La vida es como un libro
que se escribe sin parar
y que solo se termina
cuando te vas.

Cada hoja es un testigo
de esa vida que al pasar
desnuda tus sentimientos
como la roca ante el mar.

Mientras lo escribes no piensas
que te vas a equivocar
y en cada línea vas plasmando
los pasos que vas a dar.

Sin embargo llega un día
que no puedes escribir más
y darías lo que no tienes
por comenzar a borrar.

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