Quiero decirte, mi amor,
que el instante más feliz
fue el día en que intuí
que ya estabas en mi vida.
Fuiste un rayo de luz
que entraste por la mañana,
como esa estrella temprana
tan lejana y tan cercana,
como esa puesta de sol
que embellece y engalana.
El ser madre me engrandece,
también me llena de pena
cuando veo que tú sufres,
por las cosas cotidianas.
Por ti daría la vida,
por tu sosiego y reposo,
por tu éxito y alegría.
Nadie mejor que tú
para entender estas líneas.
Los comentarios están cerrados.