¿Has sufrido en tu vida
una amarga decepción?
Es cruel y sanguinaria.
Hace daño y aniquila la ilusión.
La fantasía, gloria celeste,
el polvo y la ceniza sepultó.
Fue un golpe brusco
que la dura realidad decapitó.
Aquí me tienes,
pequeña e indiferente,
resignada, triste
y sin rencor.
Aquí me tienes,
llorosa y vehemente,
sin que vacile un ápice
mi firme decisión.
¿Quién tuvo la culpa?
El silencio.
El silencio mezquino, burlador,
con su tela tupida de araña,
envolviendo indolente mi dolor.