La lluvia se desliza
melancólica, asustada,
como una sombra densa
de humo blanquecino
que cegase sin dejar ver.
Para los que aman
es el preludio del invierno,
de la unión familiar,
de la paz y del sosiego.
Para los que no conocen
el fuego ardiente del hogar
significa el fastidio, el tedio
por tener que abandonar
los pasatiempos veraniegos.
Afortunadamente,
existe otro grupo de personas
más elevadas espiritualmente
que amando se separan,
que queriéndose se alejan,
pero no con tristeza
sino con una sonrisa
diáfana y tenue
en sus labios amorosos.
Saber esperar, he ahí
la maravillosa clave
de los que ilusionados sueñan.
He ahí la renuncia valerosa
de los que no olvidan.
He ahí el sacrificio sublime
de los que no dicen adiós
sino hasta pronto.
He llegado aqui por pura casualidad en este laberinto que es Internet y la verdad es que me ha gustado. Enhorabuena!