La embarcación sencilla
surca el mar
y se aventura
por el espejo azulado
que le incita a navegar.
Alumbrada por la luna
va avanzando.
Los tules vaporosos de las olas
al son de los vientos
la va engalanando.
Han salido en busca
del cristal y de la plata.
De esa pesca blanca y clara
que se destaca en sus redes
por el balanceo inquieto
de sus colas levantadas.
No todo es calma en el mar.
A veces, se torna fiero
y sus aguas encrespadas
la persiguen
y acosándola, la atacan.
Los hombres envueltos
por la capa oscura y negra
de la angustia y el temor
se arrodillan temblorosos.
Sus miradas se levantan,
sus manos, en puño cerrada
y en sus labios una plegaria.
Holocausto que se eleva
hasta el Señor que los llama.
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