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Mes: diciembre 2020

Despedida

Llegó la hora, mi amor
de la triste despedida,
de la cruel separación.
Es el momento oportuno
para decirnos adiós.

Lágrimas de angustia
brotan de mi corazón.
Espinas hondas y punzantes
que nos causará dolor,
al resbalar de unos ojos
llenos de expresivo amor.

Lo que siempre te diré,
pase un año, pasen dos,
que el amor que por ti siento
es de eterna duración.

Sólo te pido una cosa,
por la Madre de los dos,
la Pura y Santa Virgen,
que siempre nos protegió,
que recibas con frecuencia
a aquel que de veras nos unió
poniéndonos frente a frente
en un mundo de traición.

Estudia mucho mi bien
y no me olvides, por Dios
que si un día me olvidaras
por ti moriría de amor
y se apagaría la luna
y no brillaría el sol
y la Tierra misteriosa
lloraría de dolor
y las perfumadas flores
temblarían de temor.

Mas esto no llegará
porque confío en tu amor
y más que en ti
en quien confío es en Dios.

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Profanación

¿Es amor
tener las manos enlazadas,
las mejillas arreboladas,
los labios brindando amor?
¡No es amor!

¿Es ternura
sembrar de tristeza y duda
las almas nobles y puras
llenas de inocente amor?
¡Es traición!

¿Es respeto
besar los labios inquietos
de los que no brotaron
más que ruegos y oración?
¡Es dolor!

¿No es profano
salpicar de lodo humano
lo que sólo es de Dios?
¡Dímelo!

¿No es ser malo
arrancar las florecillas
más humildes y sencillas
del tronco lleno de amor
del que un día brotó?
¡Perdición!

¿No es tristeza
tener ilusiones hechas
y verlas pronto deshechas
por un tornado traidor?
¡Maldición!

¿No es congoja
el ver que ya no eres rosa
sino espina lacerosa
para quien le diste amor?
¡Comprensión!

¡Dios mío! ¿Dios mío!
¡Qué tremenda confusión!
Pero antes de caer,
Señor, en la tentación
¡La muerte!

La muerte que no es traición
como le ocurre al pecado
que es llama de corrupción.

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Desolación

Príncipe azul que llegaste
al alféizar del palacio
donde una jovencita
de carita virginal
y dulces ojos garzos
contemplaba el horizonte.

De pronto, los ojos negros,
negrura de noche cuervo
sonríen,
y la picardía se asoma
a su carita de cielo,
porque sabe que ha venido,
el príncipe de sus sueños.

Mas después de arrebatarle
la tierna flor de su amor
te alejaste de su lado
sin ninguna compasión
destruyéndole su alma
blanca y pura como el sol.

¡Maldito sea el caballero!
¡Maldito su corazón
que por llevar se llevó
el más lindo ramillete
que en Castilla floreció!

Ya no sonríe la niña,
ya no acaricia a Cantor,
pajarillo que le hablaba
de un paisaje embrujador.
Ya no bebe el agua clara
del manantial del amor,

Sus mejillas sonrosadas,
han perdido su color,
y sus labios de rubíes
marchitos están de dolor.

La dulce niña descansa,
tronchada como una flor,
en un lecho de azucenas
tan blanco como el alma que subió
a la infinidad del cielo
donde Cristo la llamó.

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Navidad

Navidad,
fiesta de esperanza y paz.
Un Niño Dios ha nacido
en un humilde portal.

Tiene los ojos azules
como los cielos y el mar,
los cabellos tan dorados
como espigas de trigal.

Su cuerpecito desnudo
de nubes henchido está
Y es tan radiante
que ilumina
las temblorosas pajitas
tornándolas
en rayos de plata y cristal.

Y en sus labios hay tal sonrisa,
reparte tal bienestar
que los ángeles del cielo
no cesan de así exclamar:
«Paz en la tierra y el cielo
a los hombres de buena voluntad».

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